Esta es la historia de ascenso y caída del mayor estafador de la historia del vino, maestro falsificador, y uno de los catadores de vino más talentosos del mundo: Rudy Kurniawan. o tal vez debería decir, Zheng Wang Huang.
Puede que te interese: La historia de Do Kwon: el mayor estafador de criptomonedas.
Índice
¿Quién es Rudy Kurniawan?
Rudy Kurniawan nació en 1976, en Jakarta, Indonesia. Entonces no se llamaba Rudy, se llamaba Zheng Wang Huang, nombre que le pusieron sus padres que eran de origen chino.
Cuando terminó el instituto viajó a Estados Unidos, como tantos otros, en busca del sueño americano. En realidad llegó para estudiar en la California State University, Los Ángeles. Ojo que de California salen los mejores. No he podido encontrar qué carrera estudió, pero sí he encontrado que había llegado con una visa de estudiante que se le caducó en 2001. Entonces pidió asilo político en Estados Unidos, pero se lo denegaron y le ordenaron que abandonara el país.
¿Y qué hizo entonces Rudy Kurniawan? ¿Volver a Indonesia? Ya! Se quedó en la tierra de las oportunidades de manera ilegal, porque era un veinteañero con hambre, talento y mucho ingenio.
Cómo empezó a falsificar vino
Era el año 2000 en Los Ángeles, época de Smash Mouth, Jackass y El Señor de los Anillos.
Rudy Kurniawan entró en la tienda Woodland Hills Wine Company. Tenía 24 años, caminaba algo tímido y llevaba el pelo engominado hacia atrás. En el mostrador lo atendió Kyle Smith. Rudy le mostró una botella de vino: era un California Cabernet de 1998. Dijo que lo había conseguido bastante barato, y que quería hacer negocio.
Esa fue la primera de muchas visitas de Rudy a la tienda de Kyle. Volvió una y otra vez con muchas botellas, pero sobre todo con muchas preguntas. Quería saberlo todo sobre los vinos franceses: sus aromas, sus diferentes variedades de uvas y su proceso de elaboración.
Kyle Smith terminó convirtiéndose en su amigo y mentor. Lo introdujo en los círculos de coleccionistas de vinos de California, y todos terminaron boquiabiertos con el talento de Rudy.
Probaba los vinos, los olía, los saboreaba… Y en seis meses su paladar estaba sorprendentemente desarrollado. Era lo que se conoce como un “supertaster”, una habilidad que se le atribuye a un pequeño porcentaje de personas que tienen un mayor número de papilas gustativas que una persona promedio.
Pero su mayor habilidad, realmente, estaba en la memoria. Mientras probaba los vinos, tomaba apuntes para memorizar desde los aromas, hasta las diferentes bodegas y añadas.
Poco a poco se fue haciendo conocido en California, lugar donde, en los inicios de los 2000 se estaba cociendo una nueva tendencia en el sector de los vinos: el vino de Borgoña.
Borgoña es una región vinícola de Francia que se extiende a lo largo de 250 kilómetros desde el norte de Chablis al sur de la región de Mâcon. Uno de sus vinos estrellas es el Romaneé Conti.
Una botella de Romaneé Conti de 1945 se vendió en una subasta por 558.000 dólares.
El vino tinto más caro del mundo. Eso ocurrió en 2018.
Más de una década antes de aquella subasta, Rudy Kurniawan ya había comenzado su exploración de los vinos de Borgoña. Para 2003, tenía 27 años y aparecía en todas y cada una de las subastas de California, comprando vinos masivamente. Esta foto que veis a continuación, con la mano levantada y sonrisa de cabroncete, describe a la perfección a Rudy. Una vez empezaba a pujar no bajaba la mano hasta conseguir lo que quería.
Se dice que gastaba alrededor de un millón de dólares al mes comprando vinos. Muchos de ellos Romaneé de Conti. Le gustaba tanto ese vino que se puso a sí mismo el mote de Dr. Conti.
Eh, bueno, seguramente en ese momento se estaban cruzando muchas ideas en su cabeza. Porque adoptar el papel de un misterioso asiático con pelo engominado y que se hace llamar Dr Conti no es la mejor forma de disimular que tienes un plan malvado.
Pero bueno, en ese momento nadie vio nada raro. Un día Rudy llevó a Kyle Smith a su casa donde, por cierto, vivía con su madre, y Kyle flipó con la tremenda colección de vinos que había llegado a acumular su pupilo. Eso sí, tuvo que aguantarse y no emocionarse demasiado porque la madre de Rudy pensaba que eran vinos de unos veinte dólares. O eso le había dicho Rudy.
A todo esto, Kyle se preguntó de dónde salía el dinero de Rudy. Cómo es que podía pujar por tantos vinos tan caros. Rudy era muy reservado, no le gustaba hablar del tema, pero dejó caer que su familia era rica, o que tenían algún tipo de negocio en Indonesia.
Investigando por ahí dicen en un documental que los tíos de Rudy son Hendra Rahardja y Eddy Tansil, que cometieron un fraude bancario en Indonesia en el que desaparecieron 800 millones de dólares. A lo mejor a esos negocios se refería. Y a lo mejor por eso se cambió de nombre a Rudy Kurniawan, un apellido común en Indonesia y que significa “Amor y felicidad”.
Pero esta parte de la historia sigue envuelta en misterio, así sigamos adelante, hasta el lugar donde los planes de Rudy comenzarían a hacerse realidad: Nueva York.
Rudy Kurniawan en Nueva York: Acker Merral y los 12 Angry Men
Poco a poco Rudy estaba ascendiendo entre la élite enófila de California, pero su vida dio un punto de giro en el año 2004, cuando conoció a John Kapon en una cena en Los Ángeles.
John Kapon venía de Nueva York, era un hombre, según dicen, de mal beber, pero sobre todo era nada más y nada menos que el presidente de Acker Merral, una antigua casa de subastas de vinos. Cuando se conocieron los ojos de Rudy le hacían chiribitas. El propio Rudy pagó la cuenta de la cena, que superaba los 250.000 dólares, con su tarjeta Black de American Express. AMEX, como dicen los millonarios.
Esos 250 K no eran nada comparado con lo que podría ganar con su nuevo contacto.
De la mano de John Kapon, Rudy conoció el mundo de los jóvenes billonarios de Nueva York. Vestían trajes caros, conducían cochazos y se gastaban más de 70mil dólares en una cena cualquiera. Esas cenas eran un poco para ver quién la tenía más grande, a ver quién traía la botella más cara. Y Rudy quería ser como ellos, así que empezó a vestirse con trajes de Hermes hechos a medida, botas de piel de crocodilo, relojes Patek Phillipe, y a conducir cochazos como este.
La foto con el Bugatti Veyron es muy parecida a la del típico vendehumos con un cochazo alquilado. Y lo cierto es que, por lo que se comenta, ese Bugatti no le pertenecía. Puede que fuera alquilado o de un amigo. Lo que sí que compró fue este Lamborghini Murciélago del 2008, un Range Rover y un Mercedes Suv Clase-G. También se rumorea que tenía un Ferrari y un Bentley.
Rudy era un camaleón, se comportaba como los billonarios para mimetizarse entre ellos. De su carácter dirían que era un chico generoso y de sonrisa inocente. Y todos coincidían en que tenía un paladar de otro planeta.
Se convirtió en el líder de los 12 Angry Men, un círculo de jóvenes millonarios amantes del vino, entre los cuáles se encontraba el propio John Kapon.
La cuestión es que todos estos se emocionaban cada vez que sabían que Rudy iba a ir a una de las cenas. Todos esperaban a ver con qué clase de vino iba a llegar Rudy. Lo admiraban. Solían ser vinos muy difíciles de conseguir, y nadie sabía cómo lo conseguía pero en cada cena se superaba.
Según la revista Vanity Fair, en la cena de cumpleaños de la madre de Rudy, había unas cuantas celebridades en la mesa. Entre ellos: Jackie Chan. Y según dicen, terminó “contentillo” subiéndose a una silla, con una botella en la mano y gritando: ¡Rudy, eres el mejor!
Hasta ese punto estaba llegando su fama. Eso sí, había un patrón extraño en su comportamiento: después de cada cena, cuándo llevaba algún vino al restaurante, siempre exigía que se le enviaran las botellas usadas de vuelta. Lo mismo hacía si llevaba una botella a casa de un amigo.
Algunos dirían incluso que su personalidad cambiaba con este tema. Si el restaurante se olvidaba de enviar las botellas, o si se les rompía alguna, Rudy se molestaba en exceso, incluso entraba en cólera. Era una reacción desproporcionada a los ojos de los demás. Claro que lo que no sabían era para qué quería Rudy las botellas de vuelta. Ese era su secreto. Su gran estafa.
¿Cómo falsificaba vinos Rudy Kurniawan?
La casa donde vivía su madre, en Arcadia, un suburbio de Los Ángeles, era en realidad su taller personal de falsificación de vinos. Gracias a su memoria y paladar genuinos, a base de prueba y error era capaz de producir los vinos más raros mezclando vinos más baratos.
Mezclaba ejemplares de diferentes regiones y diferentes sabores para imitar los vinos que le interesaban. Así llegó a anotar en una libreta las fórmulas para producir diferentes vinos como el Romaneé Conti, Ponsot Clos Saint Denis, u otros.
Aquí hay que hacer un inciso: cuánto más raro y más caro sea un vino, menos personas hay en el mundo que lo hayan probado, pues no son botellas que se abran cada fin de semana. A esto hay que añadirle que el vino durante los años madura, el color cambia, los sabores cambian… Por lo tanto, si bien, es cierto que los expertos coinciden en que Kurniawan tenía un don, hay que decir que se encontraba en el sector perfecto para llevar a cabo su estafa: un mundo de características subjetivas y cambiantes.
Además de la mezcla, diseñaba copias idénticas de las etiquetas y, una vez impresas les aplicaba un tratamiento químico para que parecieran etiquetas antiguas. Tenía un aparato mecánico para insertar los corchos y él mismo sellaba las botellas con cera.
Lo hacía todo él solo, desde la pequeña casa de su anciana madre.
La subasta de los 24,7 millones de dólares
Lo que Rudy estaba haciendo en las cenas y degustaciones con los jóvenes millonarios era probar su mercancía. Ponía a prueba su capacidad de replicar vinos que pudieran engañar a los aficionados del mundillo, y lo había conseguido.
Una vez visto que sus vinos pasaban el corte, lo siguiente era dar una paso más y vender los vinos directamente.
Lo hizo a través de Acker Merral, la empresa de John Kapon. En el año 2006 sacó a subasta su primer lote de vinos, al que Rudy había puesto el apodo de “La Bodega”. John Kapon mejoró el marketing con “la mayor bodega de América”. Se trataba de un total de 1.742 lotes de botellas que terminaron vendiéndose por un valor total de 10,6 millones de dólares.
9 meses después, sacó su segunda subasta, al que tituló “La Bodega 2”, y al que John Kapon mejoró el marketing llamándolo: “posiblemente la mayor bodega del planeta”. Se trataba de 2.310 lotes que terminaron vendiéndose por un total de 24,7 millones de dólares, sobrepasando con creces el anterior record de una subasta de vinos, que se situaba en 14 millones de dólares.
El éxito de Rudy Kurniawan fue una suerte para John Kapon y para Acker Merral, que se convirtió automáticamente en el líder en lo que respecta a subastas de vinos.
Eso sí, el éxito también trajo consigo una exposición que ponía en riesgo el negocio de Rudy.
Desde la primera subasta hubo quién dudó de la autenticidad de sus vinos. Un día, un ejecutivo de Wall Street que había adquirido uno de los lotes decidió abrir una botella de Roumier Bonnes-Mares del 59. No lo escogió por casualidad, sino porque el propio Cristopher Roumier, el vinicultor, se encontraba en la reunión. El talento de Rudy le permitió engañar a unos cuantos, pero no era infalible. Ese día abrieron once botellas. Según los presentes al menos seis eran falsas.
Pero Rudy vivía al margen de la preocupación. Se compró una casa de 8 millones de dólares en Bel Air, gastó varios millones en arte contemporáneo y también se hizo con un caniche, por si todavía no se parecía lo suficiente a un villano de James Bond.
Cómo pillaron a Rudy Kurniawan
Año 2008, John Kapon preside la subasta de un nuevo lote de Rudy Karniawan. Antes de comenzar, un señor de 58 años, de larga melena gris, entra en el restaurante. A John Kapon, que está a punto de dar comienzo a la subasta, se le cambia la cara. Comienza a sudar.
De repente anuncia que la selección de botellas de borgoña Domaine Ponsot se retira de la subasta. “Bueno, supongo que tenemos unas inconsistencias aquí” fueron sus palabras.
El señor de melena gris asiente, satisfecho. Su nombre es Laurent Ponsot, propietario de Domaine Ponsot, y ha viajado desde Francia hasta Nueva York por una sola razón: esas botellas Domaine Ponsot que pretende vender Rudy Kurniawan, ni siquiera deberían de existir.
Laurent Ponsot descubrió una botella que no debería existir
En abril de ese mismo año, Laurent Ponsot había recibido un email del abogado y enólogo Doug Barzelay. Barzelay quería saber cuándo había empezado a producir el Ponsot Clos Saint Denis, ya que Acker Merral estaba a punto de vender más de tres docenas de botellas Domaine Ponsot Clos Saint Denis, de entre los años 1945 hasta 1971.
Laurent se quedó en shock. La casa Domaine Ponsot había empezado a producir ese vino cuando un rico parisino compró el viñedo de Clos Saint Denis y les pidió que cultivaran la tierra y produjeran el vino. Eso ocurrió en 1981. Entre diez y 35 años más tarde que las botellas que pretendía vender Rudy Kurniawan.
Después de discutir por teléfono con John Kapon, Laurent Ponsot quiso asegurarse de que la farsa no siguiera adelante y cogió un vuelo a Nueva York sin previo aviso. El día siguiente de la subasta quedó para comer con John Kapon y Rudy Kurniawan. Doug Barzelay, quien le había dado el chivatazo, también estaba ahí.
Según cuenta Ponsot, el indonesio se encontraba muy evasivo. Repetía una y otra vez que había comprado mucho vino, que había gastado millones y millones de dólares en botellas durante los últimos años, y que no podía recordar de dónde había sacado exactamente esas, pero que revisaría sus archivos cuando volviera a Los Ángeles.
Barzelay, el abogado, lo empezaba a tener bastante claro. Él era uno de los que había estado en la reunión de aquel ejecutivo de Wall Street, en el que vieron que seis de once botellas de Kurniawan eran falsas.
Ponsot salió de la comida con la duda. No sabía si Kurniawan había intentado vender unos vinos falsos que le habían colado, o si por lo contrario él era el propio falsificador de vinos. Timador o timado.
El francés se propuso investigarlo. Kurniawan le envió un email excusándose, diciendo que había adquirido las botellas en la bodega de un tal Pak Hendra, en Asia. Y le dio dos números de teléfono.
Ponsot llamó, y resultó que uno de los números pertenecía a una aerolínea de Indonesia, y la otra a un centro comercial de Jakarta. Por si fuera poco, descubrió que Pak Hendra es algo así como el equivalente Mr Smith en inglés, el nombre más común posible.
Desde la retirada de las botellas de Ponsot de la última subasta, la reputación de Rudy se encontraba por los suelos. John Kapon anunció que la relación de Acker Merral con Rudy Kurniawan “había cambiado dramáticamente”, y dejó de subastar sus vinos. Además, tuvo que hacer frente a no pocas devoluciones de clientes descontentos.
Sí que hubo otras casas de subastas dispuestas a vender la mercancía del chino-indonesio, pero la gente ya estaba alerta.
En un foro online llamado Wineberserkers.com, un tal Don Cornwell advirtió lo siguiente: En las últimas 48 horas he confirmado por múltiples fuentes que Rudy Kurniawan estará subastando una vez más vino por valor de millones de dólares.
Comprador, cuidado!
Era el fin de Kurniawan, pero todavía tenía un plan. Un buen plan. Ese plan se llamaba: Antonio Castaños. Un nuevo nombre para seguir timando a la gente. En el siguiente documento se ve que llegó a subastar un lote de un valor estimado de 3 millones de dólares.
Pero ya iba dando tumbos. El FBI andaba detrás de él por un motivo gordo. Ese motivo era un pez gordo al que no debió timar. Bill Koch. Un empresario multimillonario que no se andaba con chiquitas.
Normalmente, cuando a alguien le colaban un vino falsificado no solía hacer mucho ruido por una razón: casi siempre el comprador era alguien con un patrimonio importante, con sus respectivas empresas, y salir en el periódico por una noticia que dice que te han timado cientos de miles de euros por unos vinos, no debe ser muy bueno para el negocio.
A Bill Koch eso le daba absolutamente igual. A la mínima sospecha de que le habían timado contrató a un detective para que analizara los vinos de su propia bodega de 43.000 botellas de vino para buscar falsificaciones. Y encontró unas cuantas. Siete de ellas las había comprado en una subasta de Rudy Kurniawan.
El detective envió cuatro a los viñedos franceses que las habían producido, e investigó las otras tres usando un espectrómetro de rayos gamma. El resultado fue que todas las botellas eran falsas.
Bill Koch denunció a Rudy Kurniawan, y esa fue la clave del final del Doctor Conti, pues eso fue lo que puso en marcha al FBI. Con la ayuda de lo descubierto por el detective de Bill Koch, y lo descubierto por Laurent Ponsot, el FBI construyó su caso contra Rudy Kurniawan.
El 8 de marzo de 2009, media docena de agentes del FBI llegaron a su casa de Los Ángeles, donde todavía vivía con su anciana madre. Rudy abrió la puerta en pijamas. Cuando los agentes entraron en la casa encontraron descubrieron que era practicamente un taller encubierto. Encontraron miles de etiquetas de vinos de alta gama. Cientos de corchos y un aparato mecánico para colocarlos en las botellas.
Encontraron un cuaderno con una lista detallada de instrucciones para producir, mediante la mezcla de vinos más baratos, ejemplares de vinos de calidad Grand Cru. Era una especie de receta. También encontraron varias botellas sumergidas bajo el agua en el fregadero, para que sus etiquetas se fueran despegando.
Las evidencias que encontró el FBI eran tan apabullantes que, en el juicio celebrado en el año 2013, el jurado lo declaró culpable de fraude. En la sentencia, que llegó en el 2014, le cayeron diez años de prisión en el Complejo de Detención del Condado de Reeves, en Texas.
¿Dónde está Rudy Kurniawan?
En 2021, después de 7 años de prisión, fue liberado y deportado a Indonesia, pues hasta entonces había vivido ilegalmente en Estados Unidos. Así desaparece del mapa uno de los estafadores más talentosos de la historia moderna. Ahora nadie sabe dónde está ni qué está haciendo con su don. Un don que, según estimaba la revista Forbes, le había servido para acumular 3.900 millones de dólares.
Documental de Rudy Kurniawan
En el año 2016 se estrenó en Netflix el documental Sour Grapes, basado en la historia de Rudy Kurniawan, aunque a día de hoy ya no se puede ver en la plataforma.
De todas formas, aquí tienes un reportaje que hice sobre su historia:
Buenas Lord Daniel Robles de Granollers,
Creo que este video está en mi TOP 3 de videos que mas me han gustado, enhorabuena por ello crack!!! Aprovecho ye pido por favor el nombre de la canción que suena al final del video, me encanta!!!
Gracias y Saludos.
Desde que leí estudios que afirman que la gran mayoría de la gente sólo es capaz de distinguir entre vino blanco y vino tinto, pero es incapaz de distinguir un vino bueno de uno malo, opino que todo esto de las catas y de los «expertos» y «amantes» del vino es otro postureo y vendemotadas.
Me parece perfecto que engañara a tanto snob y posturetas del vino.
PS: llevo devorados unos cuantos vídeos en poco tiempo, ¡me están pareciendo interesantísimos!
Lord Draugr, no encuentro forma de poder contactar contigo, tengo un asunto sobre una posible estafa muy similar a la que levantó Tamayo con im mastery academy. Por favor ponte en contacto conmigo es importante.
Moltíssimes gràcies pel treballe que fas. De debò!
Podemos colaborar.
Analizamos empresas.
Puedes ver algún estudio en @fivegraphs de instagram.
Si te interesa que analicemos los estados financieros de cualquier empresa, contacta con nosotros y establecemos sinergias.
He intentado contactar contigo y no encuentro tu mail de contacto.